30 de junio de 2016

Sigüenza en la Guerra de la Independencia

Lafuente Angel, Manuel; Moreno Róquez, Diego: “Sigüenza, 1808-1815”. Editorial “La Plazuela”. Sigüenza, 2015. 242 páginas. Ilustraciones. ISBN: 978-84-60692-92-8

Editado por “La Plazuela” que es editorial de Sigüenza, y escrito por Manuel Lafuente Ángel y Diego Moreno Róquez, acaba de aparecer un libro que contiene buena parte de la historia seguntina. Una parte importante, porque es la que atañe a los años de una guerra cruel que pareció eterna, aunque se resolvió en siete años. La Guerra contra el francés, la historia de una invasión, añadida de la consiguiente reyerta fratricida, que es parte que siempre se contiene en las guerras de España.

Los autores utilizan como elemento documental clave y señalado un viejo manuscrito aparecido en el Archivo Histórico Municipal de Sigüenza, escrito por un señor comisionado del Ayuntamiento a petición, en 1816, de las altas instancias del Estado, en el que cuenta lo que ocurrió en Sigüenza en los años de esa guerra. Como puede comprenderse fácilmente, el documento no tiene desperdicio, y aunque está escrito desde una perspectiva personal,  quizás olvidando cosas y aumentando el dramatismo de otras, pero el valor testimonial es en todo caso muy relevante.

Los autores utilizan completo el documento para transferirlo al libro, en fragmentos, por épocas y momentos, completando lo que en él se dice con lo que está averiguado documentalmente por otros cauces. Y armando así un impresionante escenario en el que Sigüenza y sus gentes (más los venidos de fuera, El Empecinado y el general Hugo, ente otros) protagonizan de forma vívida aquella saga terrible.

Sin entrar en más detalles, que debe ir descubriendo el lector página a página, solo decir que este libro es modélico, en función de que aun usando como protagonista un solo documento de 50 hojas, manuscrito y testigo directo de la contienda, a él se añaden mil y una noticias ya acreditadas pero en este caso perfectamente traídas y acopladas cronológicamente, consiguiendo una narración, que es tanto histórica como emocionante.

Un gran acierto, y una pieza imprescindible ya para la biografía de la ciudad y para el anaquel de su bibliografía.

A.H.C.

22 de junio de 2016

Jacobo Grimm nos habla de Romances Viejos

Jacobo Grimm es uno de los hermanos Grimm, los de los cuentos. El flautista de

Hamelin, Caperucita Roja, el Gato con Botas, etc, etc…. Pero lo que no todos saben

es que Jacobo Grimm era un especialista en literatura española, que dominaba

perfectamente el castellano, y que a él se debe uno de los mejores estudios sobre

el romancero hispano. Escribió, concretamente, la “Silva de Romances Viejos”, y

la publicó en “Vienna de Austria, en la casa de Jacobo Mayer y comp., en 1815”.

Ahora se han lanzado a su reedición facsímil, en un curioso formato doméstico,

los del Frente de Afirmación Hispanista, de México D.F. consiguiendo un libro

capital para entender el viejo romancero español.

Este libro, voluminoso y apasionante, lleva en primer lugar un estudio sobre

Grimm y su obra debido a Vicenç Beltrán, catedrático de hispanismo en la

Universidad de Roma, seguido de una biografía de Grimm a cargo de José Manuel

Pedrosa, especialista en transmisión oral de la Universidad de Alcalá. Un amplio

y profundo Prólogo escrito, más las notas, por José Julián Labrador Herráiz (esta

es la conexión alcarreña del libro) y por Ralph A. Di Franco, dan sentido pleno a

la obra. En la que Grimm explica en primer lugar que la fuente utilizada es el

Cancionero de Amberes, de 1555, que encontró en Gottinga.

La Vieja Europa se ha preocupado por la cultura española más de lo que creemos,

y de sus frías estepas nos han llegado, como unos espejos lejanos, más

información sobre nosotros de la que hemos sido capaces de asimilar. Esta “Silva

de romances viejos” ordenada y manifiesta por Jacobo Grimm es un encantador

escaparate de los romances antiguos y las historias tremendas generadas “entre

moros y cristianos” en nuestra Península.

Los estudios previos, de cuantos he dicho, y la enorme aportación de Grimm, nos

congracian otra vez con esa monocorde sesión de escalofríos y sonrisas que el

Romancero antiguo español es capaz de darnos, sin descanso.