10 de febrero de 2013

Por las Alcarrias de Guadalajara y Cuenca


Alfredo Villaverde y Raúl Torres: “Viaje a las Alcarrias”. Editorial Llanura, Madrid, 2006. 232 páginas, ilustraciones en monocromo y color.

Aunque ya en el blog del Desván de mis Libros se contiene una amplia y original presentación de este libro (ver aquí), quiero ofrecer mi impresión, aunque sea breve, de estas páginas, porque considero que la obra que publican conjuntamente Alfredo Villaverde y Raúl Torres, cada uno pateándose “su Alcarria particular” (Villaverde la de Guadalajara y Torres la de Cuenca) es de una sutileza especial, y va a proporcionar a quien lea este libro un cúmulo de sensaciones densas, recogiendo una información que no por conocida va a sobrar, porque en cada página hay un destello nuevo, alguna sorpresa.
Villaverde hace en breves escritos que se suceden  sin descanso, un recorrido literario inicial por la palabra “Alcarria”, y ensaya su andar por la Pastrana de la princesa de Éboli, subiendo al mirador de Trijueque, acudiendo a Valdearenas y paseando con delectación por Tendilla, donde rememora sus viejas ferias, subiendo luego a las ruinas de La Salceda, donde adivina opulencias y abandonos. Es larga su estancia en Lupiana, y allí mezcla el recuerdo de los jerónimos, la brillantez del mejor plateresco y el recuerdo de las películas musicales. Pero no olvida a continuación la historia que el “ciudadano Kane” movió sobre el monasterio de Ovila, junto a Trillo, cuando en 1931 el periodista Hearst lo compró y mandó desmontarlo entero.
Recuerda Villaverde a los que han escrito por y a través de la Alcarria: al autor del Cantar de Mio Cid y a León  Felipe, junto al Arcipreste de Hita p Camilo J. Cela. En Pastrana vuelve a soñar con Santa Teresa, con San Juan de la Cruz, y a partir del “Amparito Roca” en Guadalajara, donde entrevista a Jesús Velasco, el más internacional de los chefs de nuestra tierra, aprovecha los saberes de Adolfo y nos planta una crónica densa de fogones y manteles… un recuerdo para los escritores y pintores vivos, sus amigos, que se redondea con un memorial a Camilo José Cela, el gran andarín de esta tierra a través de su “Viaje a la Alcarria”, sin duda el mejor de sus libros, el que quedará sonoro para siempre.
Alfredo Villaverde y Raúl Torres, autores de este libro.
Por la Alcarria de Cuenca se entretiene Raúl Torres, que sabe cosas y sabe decirlas. No en vano ha vivido en esta tierra, donde nació, hace ya unos cuantos años, y en ella ha sorbido colores y memorias. En Villar de Domingo García, y en Priego, el autor desgrana edificios y personajes, callejea y se emociona. Busca allí a los alfareros más sapientes, y recita en las esquinas, como lo hace en Carrascosa del Campo y luego en Huete, donde se extasía ante sus viejos palacios, sus cuestudas luminosidades y acaba en el viejo convento de los mercedarios, ahora Museo de Florencio de la Fuente, joyel increíble en estos entresijos de la tierra. Otro maravilloso artículo dedica a Buendía, y rememora su encuentro y amistad con Camilo José Cela, pasando a recordar comidas y aperitivos con los famosos, y acabando dándonos envidia al referir su preferencias culinarias, que se cifran en los huevos con chorizo frito, más los zarangollos de esta tierra, que se resiste a ser develada, pero que entre Villaverde y Torres lo consiguen. ¡Bendita tierra de Alcarria! Cuajada de sencillos humores, solemne por lo lejana, hermosa de natural y sin repintes. Lozana siempre, amada siempre, Alcarria.

Antonio Herrera Casado

6 de febrero de 2013

San Macario hallado en Valdesaz


López Sotillo, Jesús María: “Valdesaz y San Macario. Origen,permanencia y cambio de una relación centenaria”. Aache Ediciones. Colección deCastillaPueblos, nº 2. Guadalajara, 2013. 256 páginas. Muchas ilustraciones.

Un libro curioso, muy documentado, con muchas preguntas iniciales y suficientes respuestas finales. Un libro de investigación, en el que ha puesto muchas horas, mucha pasión, y todo su bagaje de intelectual, el autor que tiene sobre sus hombros una larga vida de estudios y análisis de la realidad humana. En este caso, López Sotillo toma la lupa y examina un aspecto del lugar donde sus mayores vivieron durante siglos, para tratar de explicarse la razón de una serie de leyendas que nadie ha llegado a aclarar nunca.
Esas leyendas, cifradas en un solo motivo, vienen a referirse al patronazgo de San Macario sobre Valdesaz. Este santo, al que los santorales al uso colocan en el Egipto cristiano de hace 15 siglos, fue patrón de la villa durante generaciones, hasta llegar un momento en que aparece una figura muy especial, la de un anacoreta que vive en el término, y al que se se le hace patrón, con el mismo nombre, pero con distinta biografía, de este rincón alcarreño.
Para llegar a plantearse el por qué y el cuándo de ese cambio de personajes, López Sotillo tiene previamente que enfrentarse al estudio meticuloso del primitivo anacoreta oriental, San Macario el Viejo, o San Macario el Grande, como s ele conoce en los anales piadosos, y por otra parte analizar los documentos del siglo XVII en los que aparece, como recién llegado, otro San Macario eremita y beatífico ser solitario de los montes de Alcarria, del que se llegaron a contar historias precisas, y que ha venido a tomar el protagonismo en las festividades del pueblo.
Ese cambio de un san Macario en otro, se produce lentamente, sin apenas anclajes documentales, hace siglos. Y de ese cambio, de las tradiciones que genera, de las querencias y fiestas que protagoniza, es de lo que están tejidas las páginas de este libro, que asombra por lo detallista del estudio, por el mimo que pone en intentar dejarnos las cosas claras, a pesar de lo embarulladas que al principio se nos presentan.
Si el libro se lee entero, la cosa quedará clara. Yo al menos “he cogido” el mensaje, y he llegado a pensar –con la razón que tomo de tantos silogismos por parte del autor- que de una figura del primitivo santoral oriental, surge un San Macario literario, construido [¿inventado?] y superquerido en el Valdesaz de hoy y siempre. Documentos, reflexiones, tradiciones, pasiones…. Todo ello cuaja en esta obra rigurosa y meditada de López Sotillo, que se ve que ha disfrutado escribiéndolo. Y eso, para mí al menos, es lo más importante vitalmente hablando de un libro y su autor: que haya puesto pasión y vida en sus páginas, porque al final eso se transmite al lector.
El volumen se completa con un abultado capítulo de “Aumentos documentales” reproduciendo cartas, capítulos, documentos… mil cosas que atañen a la historia. Y luego con multitud de imágenes que nos muestra gráficamente todas las esquinas de esta aventura legendaria: el templo parroquial de Valdesaz, sus ermitas, la naturaleza del entorno, documentos, libros, estatuas, pinturas, elementos tradicionales… en el marco de un historia completa del pueblo, de Castilla entera, de España también. Muy entretenido y útil, en suma. Imprescindible, además, para los bibliófilos de Guadalajara.

Herrera Casado

3 de febrero de 2013

Viajes sin vuelta atrás


Rubén Madrid, en “Cultura en Guada.es” de 31/01/2013

Aparicio Tercero, Josean: Exiliados del paraíso. Relatos. Editorial Volapük.Guadalajara, 2012.

Uno se aproxima con cierto escepticismo a los estrenos de un autor, las óperas primas o, en general, los escritos de un autor novel. No sorprendería encontrar autores que editan obras muy menores aunque se vendan como la novela genial, como tampoco descubrir verdaderos artistas o virtuosos que se refugian en autoediciones o pequeñas editoriales a falta de mejores oportunidades para ser leídos. Con estos inevitables prejuicios ha llegado a la mesa de trabajo ‘Exiliados del paraíso’, que pronto se ha ganado un lugar de privilegio en la butaca de las buenas lecturas.
El estreno editorial del molinés Josean Aparicio, a quienes los lectores de Cultura EnGuada ya conocen por su aparición en ‘Proyect-Arte’ y por su participación en la serie de relatos de Navidad, se titula ‘Exiliados del paraíso’ y tendrá su puesta de largo el 5 de febrero en Dávalos. Se trata de un compendio de escritos de muy diversa índole, todos ellos con una prosa sobria pero precisa, en un lenguaje limpio y sin trampa que demuestra el buen oficio de contar del autor y trasluce un mundo interior coherente e interesante, una mirada honesta a lo natural.
El debut de Aparicio, que lo es también de la recién nacida editorial Volapük (buen trabajo: legible, sin erratas, bien encuadernada, una magnífica portada...) ofrece a lo largo de casi 200 páginas una galería de personajes que viven al margen de la rueda de la posmodernidad. Lo hace abordando formatos muy diferentes, desde el microrrelato de apenas un párrafo hasta el relato largo de viajes y el reportaje periodístico, pasando por el cuento costumbrista.
Jóvenes que no encuentran su sitio en este mundo, alpinistas que buscan la fusión con la naturaleza y una nueva perspectiva de la vida, un viejo anarquista retirado y olvidado en el último rincón de la selva amazónica, viajeros que buscan una razón de ser en el trayecto o chavales que admiran la sabiduría en la voz de los abuelos son algunos de estos “exiliados del Paraíso” de Aparicio, en quien podemos intuir a uno de ellos. Son exiliados, y no desterrados, porque la suya es una renuncia voluntaria, la rebelión metafísica de quien no ve satisfecho su paso por este territorio y emigra en busca de otras sensaciones.
El libro va de menos a más. Una reflexión poética de apenas una página sirve de pórtico para el mundo de los exilios, que comienza con un primer bloque de ambientes rurales, tal vez por ser los exiliados más próximos geográficamente, y da paso después a un compendio de relatos bien armados con personajes variopintos, aunque caracterizados casi siempre por una sencillez de carácter que se enfrenta a un malestar vital. A veces hay una visión demasiado esquemática de las cosas, pero el relato siempre es impecable y ameno.
Son los microrrelatos los que, sin apartarse de las preocupaciones que muestra en los escritos que anteceden, dan a menudo una vuelta de tuerca: aquí sí despega el vuelo la literatura de Aparicio, con relatos fantásticos como el fenomenal cuento titulado ‘Momento de anhelo’ o el excelente ‘Amores ilícitos’, que dejan al lector noqueado con sus golpes de efecto.
Satisfechos podríamos estar a estas alturas, pero el escritor molinés ofrece un último bloque que acaba por rendirnos a su oficio. Sus relatos de viajes descubren a un muy interesante narrador de experiencias, que va más allá del ingenio o de la inspiración puntuales que pueden hacer brillar un pequeño relato de ficción. El reportaje literario que escribe sobre la vida de un personaje real, un anarquista retirado en Perú, y el texto final, el más largo –que bien merecería un volumen propio– con la narración de un viaje al Himalaya en los que igual combina al antihéroe de ciudad con el héroe de montaña, resultan dos muestras excepcionales de la madurez de un autor en el que hay que evitar cualquier connotación peyorativa del adjetivo novel. Aparicio es un escritor, con todas las letras.

1 de febrero de 2013

Sigüenza: lo que está en los escritos



Angeles García Écija
Editorial Rayuela
300 páginas, con fotografías a todo color.
Encuadernación en cartoné. 21 x 30 cms.
33 Euro


Sigüenza es permanente centro de atención para propios y extraños. En estos días celebra sus fiestas patronales (San Roque, Nª Sª la Virgen de la Mayor) y parece por ello estar más de actualidad. Pero siempre es Sigüenza un hito y una referencia, un lugar de obligada visita, un espacio humano que trasciende de sus proipios límites.
Escritos de Sigüenza
La importancia de un lugar se mide –si medirse pudiera- por la cantidad y calidad de los escritos que a él se refieren. Ello son el reflejo de una historia densa, de un patrimonio relevante, o de una admiración que le nace a los humanos que en él viven, o le visitan. Sigüenza ha generado, a lo largo de los últimos mil años con que cuenta de historia conocida, una cantidad inmensa de escritos: desde los documentos reales de los medievales monarcas, a las monografías que estudian su Universidad, sus templos románicos o la fiesta de los toros. Hay mucha gente, en la propia ciudad y fuera de ella, que tiene por pasión reunir libros, folletos y ejemplares de periódicos antiguos, en cuyas páginas laten la noticia, el estudio o las imágenes de la solemne belleza de la ciudad. Son los bibliófilos, los amantes de los libros.
Acaba de aparecer una publicación, extraordinaria, que viene a ser catálogo y oferta de todo lo mejor escrito sobre Sigüenza. Clasificados por temas, y precedido cada uno de ellos por un estudio de especialista, aparecen las imágenes de los documentos, libros, postales y láminas que expresan el saber de esta vieja ciudad. Están los incunables de su catedral retratados en portada; los solemnes documentos de los reyes; los legajos de catastros y privilegios; y las amarillentas portadas de tantos y tantos folletos que en detalle hablan de los detalles seguntinos. Una labor de filigrana que componen la joya que es esta ciudad.
Entre esos temas históricos, artísticos y personales, destaca el dedicado a Fray José de Sigüenza, fraile jerónimo que emerge o desaparece de la realidad cultural castellana, según la época. Ahora es preciso que empecemos a acordarnos de él otra vez, porque dentro de dos años se cumplirán los cuatro siglos de su fallecimiento, y quien puede y debe ha de ir tomando nota de este fasto cultural que en Sigüenza se celebrará, seguro, por todo lo alto.
Otro grupo de publicaciones interesantes son las guías. Bien a nivel provincial, o simplemente con una perspectiva local, existen multitud de libros que dan al curioso y viajero, con más o menos amplitud, el recuento y la valoración de los edificios de la Ciudad Episcopal. Se ofrecen los libros de Pérez Villamil (el más antiguo de los estudios sobre la catedral) y de Aurelio de Federico (el mejor ilustrado), más la breve guía de Sánchez Doncel, y la clásica de D. Elías Tormo y Monzó.
En este libro valen tanto las imágenes como los comentarios. De cada apartado en que se divide, se hace un estudio pormenorizado por parte de algún especialista en la materia. Así, hay textos del profesor Davara, del Dr. Martínez Gómez-Gordo, de Riansares Serrano (ahora delega de Cultura), del archivero Felipe Pez, y por supuesto de Angeles García Écija, que es la coordinadora del volumen. Los elementos gráficos proceden en su gran mayoría de la colección bibliográfica de Laguna Rubio, que puede darse por una de las mejores en puntos a temas seguntinos. Un acopio de escritos, y un mar de papeles, que no hacen más que confirmar la inmensa riqueza cultural que alberga Sigüenza en su casi milenaria existencia.
Monumentos de Sigüenza
En estos días de fiesta, el viajero que se acerque por la que llamamos Ciudad Mitrada podrá buscar algún detalle más que sobrepase el vuelo de sus clásicas miradas sobre el castillo, la catedral, el Doncel o la Plaza Mayor. Sigüenza es un arcón sin fondo, que ofrece siempre sorpresas, miniaturas en cada dovela, atardeceres distintos, legajos sin leer, o publicaciones raras que solo conocen un par de personas. Al dar una vuelta, a pie, por Sigüenza, uno se encuentra con monumentos o detalles en los que nunca antes se había fijado. Algunos ejemplos siguen a estas palabras, para incitar al viajero por Sigüenza a practicar el ejercicio del asombro.
En la Alameda, que está cuajada de sombras en el verano, y ahora de risa y música, destacan en sus orillas las grandes pirámides que rematan en abiertas granadas, regalo para la ciudad del Obispo Pedro Inocencio Bejarano a inicios del siglo XIX. Unos monumentos que no son nada habituales de ver, por mucho que uno se mueva mirando por el país entero.
Cerca, dirigiendo la mirada al oriente, aparece la espadaña de la ermita de San roque. Es obra del siglo XVIII, como todo el conjunto, y supone, vista así en detalle, todo un malabarismo de la piedra, que enmarca el aire de las campanas, llamando ahora ala visita de exposiciones y animaciones artísticas.
Entre la Alameda y la calle de San Roque, álzase orondo el edificio de las Ursulinas, destacando de él su fachada ondulada y sugerente del templo, que fue hecho por franciscanos, y por eso se ve, tallada en alba piedra, la cruzada armonía de los brazos (el de un fraile vestido y el de un pobre desnudo) que identifican a la Orden Seráfica. En lo alto del volado frontón, casi inaccesible a la vista, esgrime su poblado firmamento el escudo heráldico de los Salazar, fundadores del convento y patrocinadores del gasto inmenso del templo. Se convierte así en detalle patrimonial que evoca un buen corazón, y generoso.
No lejos de allí anda el Callejón de Infantes. Su superficie es ahora, en verano y fiestas, un apretado aparcamiento de coches. Prefiero verlo en el invierno, con la superficie enlosada cubierta de hielo, pero con sus fachadas de arenisca rojiza preñadas de sombras. Las que se forman cuando el sol se deja caer, de lado, sobre tanta filigrana barroca como el arquitecto Bernasconi le puso a esta fachada del Colegio de Infantes. Aparte de tallas, escudos y retorcidos moldurones, en las abiertas metopas que escoltan triglifos en el dintel del hoy Colegio de Padres Josefinos, fueron talladas unas simpáticas alegorías al arte, al canto y a la música. Interpretadas por niños desnudos protegidos de diosas y en una actitud de entusiasmo y predisposición por aprender y mejorar.
Los balcones orondos de este callejón, la gran verja que cierra el arco de acceso a los patios traseros de la catedral, y ese aire de severidad jesuítica que impregna el sitio, le hace meta de muchos pasos.
Siga el viajero a su aire. Vuelva a la plazuela de las Tres Cruces, que se alzan como regadas del sol de atardecida. Suba la cuesta y póngase ante la fachada catedralicia, y mire las arquivoltas con premio de la puerta del Evangelio, o el relieve alabastrino en el que tallada aparece María donándole la casulla a San Ildefonso. Alce la vista y atrase el cuello para alcanzar las campanas, que en ellas está también la historia, la bibliografía y la emoción de esta Sigüenza que nunca acaba.
Testigos de la historia de Sigüenza
Acaba de aparecer, editado por Rayuela (la librería de Sigüenza) un precioso libro que es al tiempo cifra de conocimientos, caudal de informaciones, y bello objeto para el paladeo de las manos y las retinas.
Se trata del titulado "Testigos de la historia de Sigüenza" y supone una exposición gráfica comentada de las más sustanciosas piezas de la bibliografía seguntina.
Se fundamenta en el aporte de muchos –escritores, coleccionistas, periodistas, archiveros...- pero han sido fundamentalmente los escritos de Angeles García Écija y las piezas de la colección de José Angel Laguna Rubio las que sirven de basamenta a esta obra.
Encuadernada en cartoné, con pasta dura, con casi 300 páginas todas impresas a color, esta obra se divide en apartados que ofrecen imágenes de libros y documentos referentes a muy diversos temas seguntinos: desde la memoria de Fray José de Sigüenza, a las tradiciones en torno a Santa Librada. Lo apartados que ofrece son estos: Archivo Municipal de Sigüenza, Archivo Histórico Provincial de Guadalajara, Archivo Catedralicio, Fray José de Sigüenza, Histórico y Religioso, Mundo Científico, Guías de la provincia y Sigüenza, Literatura, Catedral, Colegio-Universidad de San Antonio de Portaceli, Santa Librada, La prensa seguntina en el primer tercio del siglo XX, y Varia.
Y cada uno de ellos lleva una introducción escrita por un especialista en el mismo. Un libro, sin duda, de apasionante lectura e ingente información, que se hace imprescindible para cualquier coleccionista de libros de tema seguntino.